jueves, 28 de abril de 2016

aniversarios




Acabo de cumplir 40 años. No tengo trabajo, ni hijos, mi familia se rompe en pedazos y no me queda esperanza. Hace 21 años que me diagnosticaron un síndrome ansioso-depresivo que, desde entonces, me ha acompañado como el más fiel de los amigos, en una relación nociva, autodestructiva y agónica que no soy capaz de finalizar.

He tocado fondo miles de veces, y he vuelto a salir a flote. Cada vez es más difícil; el fondo se aleja de mis pies escapando hacia abajo, abriendo simas abisales que me arrastran más abajo, más lejos de todo y de todos, sumiéndome en una oscura soledad en compañía que lastima como flechas que desgarran la carne ya lacerada. El fondo es más abajo, la superficie se escapa de mi vista. En algún momento puede que pierda el recuerdo de la luz y me deje adormecer por los cantos de sirena de la profundidad infinita y me suma en ella en un viaje sin retorno...

Y, lo peor, es no saber cómo pedir ayuda...

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